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miércoles, 14 de abril de 2010

La muerte y la vida

Nos estremece el poema de Juan Ramon Jiménez recordándonos cuan precaria es la vida, pudiendo durar dos segundo, veinte años...


Es ley de vida, sino, destino... es la muerte cosa de la vida, y aun rodeándonos de ella, rozados por ella, ¿Quién es capaz de aceptarla tal cual sin tan siquiera un sentimiento más pasional que el propio hecho de morir?

Podríamos hablar de la normalización de algunas muertes, esas en paquetes de cien, que hoy laten gracias a los medios de comunicación. Pero ese hecho, tan o más triste que la indiferencia de la vida que Juan Ramón hace referencia no es para mi en este momento.

La vida es naturaleza, igual que su hermana, la muerte. La vida sigue aún con muertes pues, si de otra forma no fuera, la vida no sería, de ahí el devenir, la pugna, la lucha de contrarios que garantizan al ser, a la vida.
Y el hombre, mitad naturaleza, mitad artificio de otros hombres, sufre la pérdida de otro ser, lo lamenta, y aunque su mitad natural le haga seguir viviendo indiferente, su otra mitad, la artificial, hace que se toquen las campanas y que esas notas se suspendan en el tiempo, quizás parándolo, deteniéndose ellas, las notas, ahí.

"se moriran aquellos que me amaron
y el pueblo ser hará nuevo cada año."


Esto es, porque ha de ser así, Juan Ramón Jiménez emplea este lenguaje sentencioso de un hecho natural, que de hecho es, la naturaleza misma. Pero, ¿Qué pasa con aquello que no es natural? ¿Las muertes que provocan esa mitad artificial del hombre?: Derrotas, como cuentan en los Girasoles Ciegos. No son más que derrotas que a su vez provocan más derrotas y a lo largo y con el paso del tiempo seguirán ahí. Porque como el Capitán Alegría le recitó al Caudillo: "el olor de las azucenas no quedará en el olvido". Esa es la consecuencia de las muertes artificiales, aquellas que como en las guerras, la Guerra Civil de España, la Segunda Guerra Mundial, esta guerra de hoy, capitalista, de todos contra todos, estas que provocan muertes que no siguen el orden natural del tiempo (tanto si es como dijeron los griegos, cíclico, como si es el que hoy se afirma, lineal) esas que se cortan bruscamente, esas muertes no son indiferentes para la vida
- Crean derrotas permanentes- no son una gota en el Mediterráneo, ni un grano de arena en el Sahara.

Esa es en mi opinión de la vida, de la muerte, y quizás de la diferenciación que Juan Ramón Jiménez debería haber hecho en estas, para la artificial, para la natural, tanto en el vivir, como en el morir.

1 comentario:

Recordar es vivir