Rabia, sobretodo rabia, cuando sabes que realmente no puedes hacer nada porque eres una pequeña hormiguita y no comes huevos....
Pero eso es lo bueno que tiene mi vida, que me dan igual los huevos, y lucho y grito por lo que me parece justo. Y tú, que intentas callarme porque es más cómodo para ti, no puedes silenciarme, porque aun sin comer huevos soy un huracán en comparación con tu brisa. Y mi espíritu siempre esta allí arriba... aun sabiendo que a más alto, mayor será la caída...
Y luego vuelve la rabia y la decepción (y el golpe fue más duro porque más arriba estaba) porque el espíritu no cuenta y los huevos son poderosos en el mundo de las gallinas... porque la yema se rodea de clara y se protege con cascara...
Y la pequeña hormiguita pasea por el gallinero con cuidado pero sin miedo, segura en su altura cubriendo suelo y cielo...
Andará y trabajará y habrá un día en el que llegue hasta su objetivo, empujará al huevo y este caerá y se romperá.... porque al final, la hormiguita tiene mucha fuerza y el huevo siempre será frágil.
No hay comentarios:
Publicar un comentario