"La frustración es indudablemente una desagradable compañía, pero también puede ser fuente de divina creación, solo hay que saber escoger el canal... Escoged."
Porque escuchar atentamente los sonidos en esta noche solitaria puede llegar a ser aterrador, coche, gatos, grillos... porque mirar por la ventana en esta vacía noche puede ser demasiado triste, farolas y sombras, arboles... porque sentir en esta noche,es estremecedor.... cierra los ojos, imagina.
Imagino un local decadente en una gran ciudad donde nada importa; un local cargado de humo asfixiante creador de sinuosas lineas alumbradas por cuatro lamparas que cuelgan peligrosamente del techo; con Louis Amstrong y Duke Ellington de fondo, en un tocadiscos no más nuevo que el propio café; imagino una camarera salida del sitio más remoto, con el sueño de ser una importante actriz de teatro roto. Una camarera cuarentona rubia, teñida, pintada a la antigua, atendiendo de la mejor forma a tres hombres. El más joven de los tres, tendría que tener 19, sin la edad que exige la ley para beber, vestido con ropa excesivamente desaliñada, aun incluso para esa fea moda que impera en la gran ciudad, con el pelo alborotado y unos ojos que dicen tener más de 19, y por eso está allí, porque no hay quien pueda decirle, a ese "pobre" niño que no puede beber. Tampoco hay quien pueda decirle pobre, se ve que no es de los que aceptan compasión y por eso la camarera rubia, teñida, con un gran sentido de la maternidad, no le dice nada, no le sonríe, no le da ánimos. La camarera no ha tenido hijos, no ha tenido marido, y ahora solo le queda el café decadente de esa gran ciudad, porque piensa que su hora ya pasó de largo. Los pensamientos de la camarera pueden ser de gran frustración y aceptación. La camarera podría ser muchas cosas, pero no lo era, como el tipo del gorro gris, sentado en la esquina de la barra, o como el viejo sentado en medio... ninguno era más que un grano de arena en un desierto... y sin embargo...
Sin embargo ocurrió.
Porque escuchar atentamente los sonidos en esta noche solitaria puede llegar a ser aterrador, coche, gatos, grillos... porque mirar por la ventana en esta vacía noche puede ser demasiado triste, farolas y sombras, arboles... porque sentir en esta noche,es estremecedor.... cierra los ojos, imagina.
Imagino un local decadente en una gran ciudad donde nada importa; un local cargado de humo asfixiante creador de sinuosas lineas alumbradas por cuatro lamparas que cuelgan peligrosamente del techo; con Louis Amstrong y Duke Ellington de fondo, en un tocadiscos no más nuevo que el propio café; imagino una camarera salida del sitio más remoto, con el sueño de ser una importante actriz de teatro roto. Una camarera cuarentona rubia, teñida, pintada a la antigua, atendiendo de la mejor forma a tres hombres. El más joven de los tres, tendría que tener 19, sin la edad que exige la ley para beber, vestido con ropa excesivamente desaliñada, aun incluso para esa fea moda que impera en la gran ciudad, con el pelo alborotado y unos ojos que dicen tener más de 19, y por eso está allí, porque no hay quien pueda decirle, a ese "pobre" niño que no puede beber. Tampoco hay quien pueda decirle pobre, se ve que no es de los que aceptan compasión y por eso la camarera rubia, teñida, con un gran sentido de la maternidad, no le dice nada, no le sonríe, no le da ánimos. La camarera no ha tenido hijos, no ha tenido marido, y ahora solo le queda el café decadente de esa gran ciudad, porque piensa que su hora ya pasó de largo. Los pensamientos de la camarera pueden ser de gran frustración y aceptación. La camarera podría ser muchas cosas, pero no lo era, como el tipo del gorro gris, sentado en la esquina de la barra, o como el viejo sentado en medio... ninguno era más que un grano de arena en un desierto... y sin embargo...
Sin embargo ocurrió.
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